“No suelo exhibir títulos, principalmente porque el sistema educativo siempre me ha decepcionado. Hay muchas asignaturas superfluas y lo que se estudia en cuatro años, en algunos casos, podría aprenderse en dos. Estudiamos cosas que nunca utilizaremos en la vida y, en cambio, otras tan necesarias debemos aprenderlas por nuestra cuenta. Aunque hayamos pasado toda la vida estudiando. El hecho es que no suelo exhibir títulos porque no se termina de estudiar con una carrera; los expertos pasan toda la vida profundizando, estudiando, investigando. Porque cuando algo te apasiona te adentras tanto en eso, que cada vez quieres saber más. De ahí la frase “Sólo sé que no se nada” y se forman verdaderos genios. Hoy día con tanta titulitis, eso se ha perdido y los talentos acaban hastiados y olvidados.
Recuerdo mi primer año de carrera, que fue realmente decepcionante, al igual que mis años de instituto. Yo había cursado el BUP, el COU e incluso hice la selectividad, además de tener una formación profesional en Cerámica. Así que venía con una muy buena base. Pero claro, aquellos que venían del bachillerato artístico… bueno, no tenían nada que ver. Todos sabemos lo que nos exigían en el BUP. El nivel de los estudiantes había bajado mucho. No me convalidaron ninguna asignatura, siendo todas teóricas; ni siquiera tocábamos el barro, ¿puedes imaginarlo? Fue realmente frustrante. Lo tomé como un repaso y debo reconocer que sacaba muy buenas notas sin apenas esfuerzo. Había compañeras que no sabían hacer ni una regla de tres, y las matemáticas les resultaban muy difíciles… aún recuerdo esas matemáticas de segundo de BUP… cómo nos presionaba el profesor. Debo agradecérselo, la verdad. Un dato curioso es que en el instituto suspendiera Química y, en cambio, sacara sobresaliente en química durante mi primer año de carrera, tal vez porque veía cómo todos esos elementos de la tabla periódica se transformaban en bellos esmaltes; de repente, todo cobró un sentido práctico. Y no cómo me ocurrió en el instituto, que de repente aparecía una mujer de bata blanca llena de tiza escribiendo formulas como loca en la pizarra que nadie entendía. Esto es muy importante. ¿Cómo vas a aprender algo si no sabes para qué se puede utilizar? Tal vez de esa manera, habría estudiado una carrera de ciencias, pero entonces no estaría aquí y tú tampoco estarías leyendo esto.
El caso es que siempre fui una niña muy creativa. Veía cosas en mi imaginación desde los 3 años y las plasmaba en un dibujo, con sus colores y texturas. Quería ser pintora o veterinaria, al final salió lo primero, como puedes imaginar. Aunque no cómo yo pensaba, pues al descubrir la cerámica vi un mundo infinito de creación.
Al final, el título lo construyes tú mismo cuando deseas convertirte en un experto en algo. Vas profundizando en aquello que necesitas para alcanzar tus objetivos. Afortunadamente, siempre encuentras profesores con auténtica vocación (tan necesarios) y te aferras a ellos como un clavo ardiendo para aprender lo máximo posible. Esos son los profesores que siempre recuerdas con cariño y admiración. Lo malo es que suelen estar muy solicitados por los alumnos y, claro, su tiempo es limitado y debes compartirlo. Tenía compañeros que los absorbían todo el tiempo… los típicos “pelotas” o también llamados “chupa culos”, perdón por la expresión, seguro que recuerdas algunos de tus años de estudiante, o quizás tú fueras uno de ellos. Lo que no me parece mal, es cómo en una jungla, ¡¡sálvese quien pueda!!
No suelo darle mucha importancia a los títulos, a ninguno, hasta que no me demuestren lo contrario, pero hay que valorarlo porque no es fácil entrar, sobrevivir en la jungla y sacarlo todo encima con buenas notas. Al final, he decidido enmarcarlo, no como una exhibición para que todo el mundo lo vea, sino como un homenaje propio a todo el esfuerzo, dedicación y lo que tuve que pasar para conseguirlo. Cómo estar lejos de mi familia y más cosas. Pero que te quede claro, un título no te convierte en un profesional; es todo el tiempo dedicado de estudio, esfuerzo y la vocación hacia esa profesión, porque sin vocación, ningún título tiene valor. Cuando tienes vocación, te entregas en cuerpo y alma, convirtiéndote en un experto. Y dos personas con el mismo título, una puede llegar a ser un verdadero experto y la otra puede quedarse en el camino. Entonces, ¿no es importante trabajar en las vocaciones de cada uno?
En fin, con todo esto, sigo aprendiendo, aplicando y perfeccionándome continuamente en estos días en los que todo cambia rápidamente, donde debemos aprender nuevas habilidades y conocimientos constantemente… dime, ¿de qué sirve un título obtenido hace más de 30 años? Sí, lo siento, está obsoleto…pero yo no, y aquí está representando mi esfuerzo, dedicación y pasión por la cerámica.”